domingo, 31 de mayo de 2009

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.Alimentos que dan hambre

Un experto norteamericano en obesidad alerta sobre lo que las personas comunes y corrientes desconocen: que hay ciertos alimentos que incitan a comer más. En su best seller advierte que tener en cuenta esto puede ser un buen comienzo para cambiar los malos hábitos y enfrentar los problemas de peso sin sentimientos de culpa ni misterios.

Quienes viven probando nuevas fórmulas para bajar de peso van a ser muy felices con la propuesta del afamado nutricionista neoyorquino Louis J. Aronne. No incluye el aburrido conteo de calorías ni entrega soluciones milagrosas que sucumben a la sombra de la debilidad humana. Tampoco da cabida a ese consejo tan mal concebido: “cierra la boca y perderás kilos”.

Esto es distinto, asegura el director del programa de control de peso del Hospital Presbiteriano de Nueva York quien, junto a la escritora Alisa Bowman, publicó The Skinny on Losing Weight Without Being Hungry (algo así como “los delgados perdiendo peso sin tener hambre”).

La idea central de este libro superventas en EE.UU. es que los alimentos altos en carbohidratos, azúcares y grasas –galletas, chocolates y queques, entre otros– causan un efecto indeseado sobre el apetito: cuanto más los ingerimos, más aumentan las ganas de seguir comiendo. “Es verdad que una caloría es una caloría”, admite Aronne, “pero lo que no se toma en cuenta es cómo algunas calorías afectan lo que se consume después”, añade.

Lo que debemos hacer, según este especialista con 23 años de experiencia, es controlar el hambre a través de la correcta selección e ingesta de aquellas comidas que sí “llenan”. “Algunos pacientes sufren lo que yo llamo la ‘resistencia a la saciedad’: cuando las hormonas insulina y leptina, que producen la sensación de saciedad, no trabajan eficazmente.

Así, mientras estas personas más comen, más hambre parecen tener, debido a que sus cerebros no pueden registrar las señales de saturación que vienen desde sus estómagos e intestinos. El asunto parece ser físico y no sicológico”, asegura Aronne en una entrevista a thenewsstars.com. “Esto es absolutamente cierto”, comenta Ana Palacio, nutricionista del Centro del Tratamiento de la Obesidad de la Universidad Católica. Y añade que “las personas prefieren comer algo grasoso porque sienten que les va a generar más saciedad, y no es así. Lo que pasa es que las grasas juegan con la palatabilidad, es decir, la sensación de que el alimento se deshace en las papilas gustativas, generando placer por el sabor que desprende. Sin embargo, su poder de saciedad no es comparable al de las proteínas”.

Para los desencantados

El último libro de Aronne arroja esperanza para quienes buscan respuesta a su eterna pregunta: ¿Qué hace que una dieta funcione?

El dramaturgo y comunicador radial mexicano Sergio Zurita, en su artículo “¿Tienes sobrepeso? No es tu culpa (en serio)”, asegura que The Skinny... es la primera publicación que permite perder peso de manera real y positiva: “Lo llamativo es que no somete al lector-paciente a dietas y rutinas de ejercicios que sabe que no se cumplirán”. Por el contrario, el mensaje del profesional estadounidense es rotundo: “No voy a prepararte para el fracaso”. Por lo mismo, señala Zurita, “el libro es liberador: te dice que estar gordo no es tu culpa y que, además, tiene remedio”, cuenta en su blog.

En el caso de los chilenos, el gran problema es que no comemos bien. “Por lo general, se mantiene una dieta muy poco fraccionada. La mayoría de la gente no desayuna y la primera comida es recién a la una de la tarde. Luego pasan directamente a la cena, en la que consumen grandes volúmenes sin discriminar entre lo bueno y lo malo”, explica Ana Palacio.

En este sentido, la nutricionista de la Universidad Católica celebra la tesis que difunde el libro The Skinny... “Me parece excelente la postura de seleccionar los alimentos según la cantidad de saciedad que provoquen. Es importante hacer hincapié en este principio. Las dietas de moda son para el momento, mientras que la selección permite modificar los hábitos”, acota.

Papel y lápiz en mano: lo más recomendado por Aronne es comer alimentos con un alto contenido en proteínas, fibras, vegetales y consumir mucha agua para “restaurar la sensación de saciedad”. El nutricionista, al igual que muchos expertos, insiste en que el desayuno es la comida más importante y recomienda que esta primera ingesta del día contenga proteínas bajas en grasas, idealmente claras de huevo o un batido alimenticio. Si se opta por cereal endulzado, jugos, pan o queques –insiste–, el paciente se condena a más horas de hambre.

En cuanto al almuerzo, Aronne es tajante: no se puede pasa más de cinco horas sin comer ya que las hormonas del hambre aumentan. Recomienda empezar con una ensalada, seguir con vegetales guisados y continuar con proteínas no grasas. Sugiere evitar alimentos como el tocino, los aderezos cremosos y el queso.

El profesional, además, pide evitar el pan antes de la cena porque da más apetito. Una buena idea, afirma, es comenzar con sopas y entradas altas en proteínas y luego comer un plato principal que sea también elevado en proteínas, pero no en grasas, como la carne magra y la leche descremada. ¿Alcohol? Lo menos posible, ya que, aparte de promover el almacenamiento de grasas en el cuerpo, no permite sentirse “lleno”.

Para Aronne, los tentempiés, tan prohibidos por muchos expertos, constituyen una buena apuesta para prevenir que el azúcar caiga demasiado y evitar sentir la sensación de vacío estomacal que nos arroje a comer compulsivamente después. En cuanto a brebajes, sólo el agua es promovida en este libro. Jugos y gaseosas con azúcar pueden provocar más deseos de consumir dulces y, sin lugar a dudas, beber una bebida tras otra no hace más que sumar calorías.

GRUPO 6

Integrantes:

Belén Araya Claudia Cereño Karla Pérez Catalina Valenzuela

Bibliografía:

No hay comentarios:

Publicar un comentario