domingo, 31 de mayo de 2009

En la adolescencia: ¿Cómo le digo a mi hija que está gorda?

¡No sigas comiendo que estás hecha una vaca! ¡Por favor, para de comer! Frases hirientes como éstas están lejos de ser la solución ante los kilos de más y los trastornos alimentarios en las adolescentes. Por el contrario, especialistas en el tema señalan que, además de prevenir la gordura en los niños desde temprana edad y de darles buenos ejemplos, la clave es tratar el tema con tino y prudencia. En otras palabras, si se conversa con la mayor naturalidad posible, y si se enfrenta el problema, lo más probable es que esas jóvenes logren excelentes resultados en el futuro.
Texto Ximena Urrejola B.
Fotografías Carla Pinilla

con 32 años, hoy Constanza recuerda su adolescencia, cuando estaba gorda y no imaginaba que más adelante se convertiría en una mujer alta, delgada y con mucho "éxito" con el sexo opuesto. Dice que desde guagua fue gorda y que su madre, en algún momento, le reconoció que le daba mucho de comer, a diferencia de lo que hizo con sus hermanos, quienes nunca tuvieron problemas de peso. Recuerda, también, que cuando pasó a primero medio su propia mamá comenzó con el tema de que "tenía que cuidarse", de que "estaba engordando", de que "hiciera ejercicio", pero siempre de una manera respetuosa. Nunca delante de otra gente ni de sus hermanos. Por eso, junto a ella recorrió varios médicos buscando una solución a los kilos de más, hasta que la encontró. Hizo varios regímenes, tomó anorexígenos - muy controlados y en forma responsable- y se inscribió en un gimnasio. Pero para lograr resultados permanentes aprendió que debería cuidarse siempre, que tendría que hacer ejercicio para mantenerse bien y, a medida que pasaron los años, se dio cuenta, además, de que sus "rollos" formaron parte de un período de ajuste propio de la adolescencia.

Constanza tuvo suerte. A pesar de los kilos de más y de ver cómo muchas de sus compañeras de colegio eran flacas y, por lo tanto "exitosas", en su familia nunca le satanizaron el tema de la comida. Jamás le dijeron: ¡Hasta cuándo sigues comiendo!, ¿no ves que estás muy gorda? Porque, según los especialistas en obesidad adolescente, son exactamente esas frases negativas las que no hay que decir frente a las jovencitas con un poco de sobrepeso. Por el contrario, si se toma esta gordura como algo natural, propio del paso de la infancia a la adultez, lo más probable es que esa adolescente logrará excelentes resultados en el futuro.

La problemática del colegio

Para una gran cantidad de jóvenes, el tema de la gordura les significa ser mortificadas durante buena parte de la época escolar y, de hecho, muchos de los desórdenes alimentarios comienzan en este período, alentados erróneamente por los modelos de cuerpo femenino que aparecen en los medios de comunicación, y por la constante burla que sufren de parte de sus compañeros.

Como señala Natalia (14), alumna de primero medio de un colegio mixto de la comuna de Vitacura, "las gordas lo pasan pésimo, les mienten a las mamás con que se comieron toda la comida, cuando la regalaron o la botaron a la basura. Eso es típico. Además, las molestamos con una canción que dice celulitis... liposucción... Lo otro que pasa es que las gordas­gordas comen igual. Son las que están rellenitas las que no comen nada, y en vez de comerse el almuerzo se llenan con papas fritas y nachos, lo que las engorda mucho más".

Precisamente por este "martirio" que sufren muchas niñitas en el colegio, es que los especialistas aconsejan tratar el problema con el mayor tino posible y así prevenir no sólo que la adolescente gorda se convierta en un adulto obeso, sino que también evitar trastornos alimentarios más graves, como la anorexia o la bulimia.

El siquiatra Fernando Lolas, quien ha dedicado muchos años de su vida profesional a estudiar estos problemas, explica: "El propio colegio y el medio se van a encargar de satanizarlas lo suficiente como para que además la niñita llegue a su casa y los papás conviertan las horas de comida en un verdadero calvario. Lo sano es estar atentos a los comentarios que uno pueda decir, porque a veces son frases insignificantes que pueden causar mucho daño. Yo tengo una paciente cuya madre le dijo que estaba atroz de gorda, y eso gatilló una dieta feroz, pero cuando se rompió esa dieta no había cómo hacer para que esta niñita dejara de comer; era como una agresión. No hay que olvidar que el verse mal es también una forma de liquidar a otros. Y pasa mucho en los adolescentes que tienden a castigar a sus padres. A esta edad no hay mamá buena. Encuentran que sus mamás son horribles y desubicadas. Y en este tema de la imagen corporal cada palabra dicha tiene un valor muy perdurable".

Como recuerda Constanza: "Venía del Shopping de Vitacura en bicicleta, no sé, hará 15 años, y unos niños me gritaron: ¡gorda! Aunque ahora me río - si me vieran, pienso- nunca se me va a olvidar ese episodio".

Pero Natalia, con inocencia, muestra una cara más dramática de la moneda: "Una niñita gorda nunca va a ser líder ni presidenta de curso, porque los hombres no la encuentran bonita. Los hombres son muy superficiales a esta edad y se fijan en todo, en si una tiene los dientes derechos, en la facha, en el pelo".

El doctor Claudio Liberman, jefe de la sección de endocrinología del Hospital José Joaquín Aguirre, confirma los peligros que puede acarrear el tratamiento erróneo del problema: "La gordura es un aspecto, y los trastornos de la conducta alimentaria, otro. Hay que tener mucho cuidado porque si no se hace un diagnóstico certero, un mal tratamiento del problema de la gordura adolescente puede desembocar a la larga en un trastorno y llevarla, por ejemplo, a una situación contraria, cuando es mucha la presión que se ejerce".

La comida como droga

En otra cosa coinciden ambos médicos: hay personas que no van a ser nunca gordas, ya que la cantidad de células adiposas que un individuo tiene en su vida está dada por un factor genético. Por el contrario, según Fernando Lolas, un estudio de la Universidad de Filadelfia, en Estados Unidos, sostiene la tesis de que las personas que van a ser gordas están biológicamente predispuestas por un "punto de regulación" en el hipotálamo (la zona del cerebro donde se controla el peso corporal), y que muchas de estas personas son sicológicamente gordas aun antes de serlo físicamente.

Se llama "teoría de la restricción" y sostiene que las personas con tendencia a engordar fácilmente deben aprender que la única forma de mantenerse en el peso correcto es restringiendo su ingesta de alimentos. También señala que esta "restricción" muchas veces viene acompañada de algún nivel de "desinhibición"; es decir, que ciertas características sicológicas de la persona hacen que en cualquier momento ésta deje de cuidarse y olvide su régimen, con las obvias consecuencias en el peso y la autoestima.

Como este "punto de regulación" o "nivel de restricción y desinhibición" es distinto para cada persona, es clave tener cuidado al momento de conversar con una niñita que se está poniendo gorda. "Porque no sabemos con quién estamos hablando", dice el doctor Lolas. Y continúa: "Yo le puedo decir a mi hija que está súper gorda y para ella podría ser una lata, y nada más, pero, por otro lado, se corre el peligro de que esta frase sea nefasta para ella, que la dieta se le transforme en una obsesión permanente, y que comience con el trastorno de los atracones de comida, por ejemplo".

Otro argumento para no satanizar el tema de la ingesta de alimentos es la de considerar a la comida como una droga. Según el doctor Lolas, las personas no nacen ni se crían consumiendo cocaína, pero a cierta edad algunas pueden sentir curiosidad por esa droga, llegar a consumirla y hacerse adictas. Para el especialista, con la alimentación pasa lo mismo. "En el fondo también es una droga, porque da placeres físicos en el cerebro. La comida es la única droga que uno parte conociendo desde que nació. Por eso es tan paradójico que pueda volverse adictiva. Pero si uno lo interpreta así, como una adición al alimento, va a entender por qué cualquier conducta punitiva la hace atractiva".

Lamentablemente, dice el doctor Fernando Lolas, debido a la influencia cultural, la imagen del cuerpo perfecto siempre está presente en la gente, y en especial en las jóvenes, lo que se valida al saber que - según las estadísticas mundiales- son muy pocas las adolescentes, entre catorce y veinte años, que no hayan hecho o estén haciendo una dieta.

Pero, aunque se haya nacido con una predisposición a la gordura, es posible doblarle la mano al destino y lograr un peso equilibrado. Para eso, es relevante que el diagnóstico sea hecho por un equipo de especialistas. Como dice el doctor Liberman: "En la niñita, el síndrome del ovario poliquístico es una de las enfermedades más frecuentes, y el médico que ve a una adolescente gorda con trastornos menstruales tiene que pensar en este síndrome. Hay factores genéticos y ambientales, ambos importantes. Si tienes la combinación de una familia con tendencia a la obesidad y en esa familia hay, además, una ingesta inadecuada de alimentos, con exceso de grasa, se favorece la obesidad. Por otra parte, hay que estudiar las características sicológicas de cada persona para elaborar un plan terapéutico. Por ejemplo, aquellas niñitas que tienen la capacidad de moderar mucho lo que comen (altos niveles de restricción), necesitan apoyo sicológico que les potencie esa capacidad. En cambio, si sus niveles de desinhibición son altos, a lo mejor esa paciente se favorece con algún medicamento que le inhiba el apetito".

También el tema del ejemplo cumple un rol fundamental, ya que el futuro que tendrá una niñita gorda dependerá mucho del ambiente familiar. Porque, en este tipo de problemas, la imitación de los hábitos es uno de los factores más importantes. O sea, si hay una chica con sobrepeso es un contrasentido que la mamá tenga el refrigerador lleno de pasteles o que el papá lo primero que haga el fin de semana es sentarse a ver televisión con un trago en la mano, recalcan los especialistas.

Asimismo, el doctor Liberman es absolutamente enfático en que este problema hay que detectarlo precozmente. "Si en una familia se ve que un niño está aumentando de peso, de ninguna manera hay que dejarlo pasar. Si se trata de un adolescente lo llevaría donde un endocrinólogo y un especialista en nutrición. Justamente el tratamiento contra la obesidad es la prevención de la obesidad, para no llegar a adultos y tener que pensar en tratamientos drásticos como la cirugía. Mi experiencia es que se puede trabajar muy bien con adolescentes: es la edad cuando más resulta el tratamiento"




grupo 13
catalina bravo
catalina calaf
andrea rosas
josefina varela

25 de mayo
http://diario.elmercurio.cl/detalle/index.asp?id={9fb08a8e-f4d2-4445-86fa-c8843a5ccfe4}

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